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Las personas en evolución de una manera o de otra nos sentimos atraíd@s por una de las grades fuerzas en este Universo, la luz.
En este nivel de existencia que habitamos, ella es inseparablemente unida a su gran fuerza opositora, la oscuridad y juntas forman la moneda de la dualidad que quizás en algún momento logramos transcender.
Mi pasión es infundir luz y esperanza en lugares oscuros. El término alemán Lichtbringer literalmente significa “Portador de Luz”. Profundizando un poco más en el tema y transcendiendo el enfoque puramente cristiano de Lucifer, he aquí unas reflexiones metafísicas.
Contenido
Si Lucifer es el portador de la luz, algo bastante positivo digamos ¿cómo entonces encaja este nombre con su papel de Señor de la Oscuridad suprema?
Partimos de esta gran fuente de Ser, llamado Dios en algunas religiones o también Amor incondicional, presente en todo ser y cada átomo.
Entonces, la energía que representa Lucifer, también es Amor / Dios.
En nuestro marco dualista, de hecho la luz solo puede desplegar su efecto porque tiene como contrapartida la oscuridad.
De manera que en un sentido más profundo, esta energía amorosa “Lucifer” se ha “sacrificado” haciendo el papel del malo para que la luz tenga un oponente.
Así, la luz y la oscuridad son básicamente lo mismo. Dos caras de la misma moneda. Ambos han asumido un papel representando fuerzas arquetípicas: Yin y Yang.
Detrás de lo aparente malo y de lo aparente bueno solo hay UNO.
Esto nos lleva una y otra vez al Perdón.
Primero tenemos que aprender a perdonar… para luego darnos cuenta que nunca hubo nada que perdonar.
Probablemente todos hemos vivido en algún momento una experiencia que no hemos perdonado. Un daño, una decepción, un engaño, una traición… una experiencia dolorosa infligida por otra persona a la que no hemos perdonado.