A Título Personal – Cumpliendo 50 años ¡me siento genial!
Me acuerdo muy bien cuando a los 14 o 15 años me imaginé tener 30, ¡algo casi inconcebible! A los 30 viví con tanto frenesí que ni siquiera me di cuenta. A los 40, no tuve ninguna de esas famosas crisis, pero sí tomé conciencia muy detenidamente de la fugacidad de mi existencia, de mis sueños, lo que había “conseguido” en mi vida hasta entonces y lo que quería hacer en esta “segunda mitad”.
Contenido
Cumpliendo 50 años
Hoy cumplo 50 años. Me siento mejor que nunca.
Durante los años de adolescencia y joven adulta viví sin medir mi fuerza, sin miedo y sin tiempo. El futuro estaba lejos. Y si algún día llegara, quizás no era lo que yo había imaginado. Viví despreocupada. Viví.
Tambien sufrí mucho. Experimenté hasta la saciedad la montaña rusa de las emociones, los dramas, todo. Y francamente, me alegro de haber dejado este aspecto atrás.
Me gusta lo que veo
Estoy contemplando mi trayectoria de 50 años en este hermoso planeta, y me gusta lo que veo. Esto implica también todas estas vivencias experimentadas como malas o negativas. Incluye a todo el dolor, el malestar, noches oscuras del Alma, perder el rumbo, no tener respuestas y estar abrumada por un gran vacío interior.
Nuestra senda individual no es recta, sino se compone de infinitos recodos que nos descubren lugares ocultos de nuestra Alma por donde debemos transitar.
Por ello, incluso durante años de oscuridad tuve confianza en este Mapa Maestro.
Honrando el pasado
Por ello honro a todas las experiencias y personas que han pasado por mi vida, ya que cada una de ellas me ha ayudado a comprender alguna lección importante.
Viviendo el Ahora, Mirando al futuro
Soy afortunada. Contemplo el paisaje de mi vida y tengo la constante sensación de que la próxima década va a ser una de las mejores de mi vida, aunando una rica experiencia, libertad y bienestar físico, emocional, mental y espiritual.
Estoy mucho más consciente de la finitud de todo. A través de la Meditación aprendí que ningún estado emocional es permanente.
Nuestros cuerpos cambian.
Nuestras mascotas, amigos, padres mueren.
Y al final es nuestro turno.
Esta consciencia de la finitud está liberando en mí de nuevo una energía que tuve de adolescente:
Vivir mis sueños. Vivir mi vida. Rica e intensamente. Compartir con los que amo. Estar en comunión conmigo misma. Liberarme de estos miedos adquiridos por “malas experiencias”.
Volver a disfrutar de este espíritu alegre y despreocupado de la niña que fui, que se encerró durante horas en el ático para escribir historias en su cuadernillo amarillo.
Sigo por esta senda, quizás con más ganas que nunca.
Kerstin Godchild, 5 de Septiembre 2018