5 consejos para aprender a decir “No”
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Ser empátic@ es una cualidad maravillosa. La compasión y la empatía por los demás nos hace profundamente humanos. El único problema es que personas muy empáticas a menudo no solo empatizan con las emociones de los demás, sino que además las sufren.
Quieres saber si eres una persona empática? Haz el Test de Empatía, disponible en el área de descargas.
Si eres una persona empática que capta con facilidad las vibraciones del otro sin “protegerte”, no te haces un favor ni a ti mism@ ni al otro.
A las personas abiertas – y eso son las personas empáticas – viene muy bien aprender a discernir donde comienzan sus propias necesidades. Así se pueden fortalecer a sí mismos y al mismo tiempo dar al otro el espacio para mostrarse.
Dado que la empatía está desarrollada en cada uno a diferentes niveles, también hay personas con poca o escasa empatía que pueden llegar a agotar a personas más sensitivas.
Si no aprendemos a distanciarnos emocionalmente, podemos llegar a sentir la situación o la persona como abrumadora. Incluso podemos enfermar por “empatía sin límites”.
No necesariamente todo el mundo sería abusivo, pero familia y amigos a menudo sienten instintivamente que tienen delante una persona donde pueden “descargar” su malestar.
Por ello, las personas empáticas tenemos que aprender a diferenciar las emociones que no son nuestras, dado que no podemos confiar en que el otro se dé cuenta cuando sobrepasa nuestros límites.
No podemos cargar con la carga del otro, sobre todo porque suele tratarse de aprendizajes individuales que no pueden ser resueltos por nadie más excepto ésta persona.
Ser empático con el aprendizaje/programa del otro, es quizás precisamente parte del propio aprendizaje.
Quizás una persona extremadamente empática necesita precisamente aprender hacer respetar sus límites.
Porque a menudo perdemos nuestro equilibrio y dejamos de estar centrados y por lo tanto tampoco podemos ayudar al otro.
Decir “No” no es tan difícil
Personas muy empáticas son muy buenas en detectar los sentimientos de los demás.
Pero primero deberíamos parar un momento y escucharnos, si este interés es bueno y correcto ahora mismo para nosotr@s.
Aprender a decir NO – Algunos consejos
Aquí tienes algunos consejos útiles que puedes integrar poco a poco en tu “repertorio”. Sobre todo, se amable contigo mism@ y no te fustigues si no sale a la primera, todo es un aprendizaje.
1- Pedir tiempo para reflexionar
Intenta no responder inmediatamente a peticiones o demandas (o exigencias!). Acostúmbrate a pedir un tiempo para pensártelo.
Soporta la aparente presión de la situación y dile a tu interlocutor “Te daré una respuesta más tarde” o “Necesito pensármelo”. Esta respuesta es más sincera y por tanto más cercana a ti; es ser fiel a ti mism@ y a tu tiempo de reflexión. ¿Qué puede pasar?
¿Se puede enfadar mi interlocutor si no reacciono de inmediato? Es totalmente legítimo que quieras reflexionar antes de dar una respuesta. Practica este nuevo reflejo respondiendo “Luego te digo” o algo similar.
2- Ponderar pro y contra – escuchar al instinto
Aprovecha el tiempo de reflexión. Respóndete sinceramente a ti mism@, cuál es tu relación con tu interlocutor, si su petición es urgente o si lo puede solucionar sol@. ¿Cuánto te pesaría una contestación afirmativa? ¿A qué interés tuyo tendrías que renunciar?¿Qué esfuerzo requiere?
Con estas reflexiones desarrollamos un buen instinto si de verdad preferimos responder afirmativamente a la petición o si preferimos rehusarla.
De esta manera incluso hemos encontrado los argumentos que le podemos decir a nuestro interlocutor para explicarle por qué hemos rehusado su petición (“Lo siento mucho pero este domingo necesito descansar y hacer algo para mí para recargar las pilas”).
3- Considerar las consecuencias
¿Qué consecuencias tendría decir “no”? A ello está ligada la pregunta por qué resulta tan difícil decir “no”.
¿Tenemos miedo a ya no caerle tan bien a nuestro interlocutor?
Una persona que nos aprecia, igualmente nos aprecia cuando conocemos nuestros límites y nombramos nuestras necesidades.
¿Quizás nuestro rápido consentimiento tiene su base en el “síndrome del salvador”?
¿Acabamos quemados y agotados por nuestra propensión de ayudar?
Resumiendo, si eres una persona dispuesta a ayudar, primero ayúdate a ti mism@.
Si no economizas tus recursos y te cuidas a ti mism@, al alarga tampoco podras ayudar al otro.
4- Decir “no” con amabilidad
Decirle “no” a nuestro interlocutor se puede hacer de forma comprensiva y clara. Le podemos mostrar que entendemos sus necesidades. Podemos explicarle nuestras razones por las no podemos atender a hora su petición. Podemos intentar encontrar una solución amistosa proponiéndole una solución alternativa.
5 – Abrazar la propia empatía y usarla de forma sanadora
Las personas empáticas captan con sus sensibles antenas las vibraciones de su entorno. Esto no se refiere solo a personas sino también a la atmósfera en los lugares. La empatía es un gran don.
De manera que no intentes suprimirla porque te sientes sin control. Se trata de vivir la empatía de forma amorosa con nosotr@s mism@s. Sentir cariñosamente el propio sistema – ¿cómo me encuentro? – es un requisito previo para aceptarnos a nosotr@s mism@s. De esta manera abrazándonos y amándonos tal como somos, la empatía se convierte en energía puramente sanadora.