Tócame, tócame mucho… por qué recibir un masaje es tan beneficioso
Tócame, tócame mucho… por qué recibir un masaje es tan beneficioso

Tócame, tócame mucho… por qué recibir un masaje es tan beneficioso

masaje. mividaenmismanos.com
La autora dando un masaje

Más allá de descontracturar, el masaje tiene múltiples beneficios no solo para nuestro cuerpo. Todo nuestro ser se beneficia que nos toquen.

Tengo la suerte de vivir en una latitud del país donde la gente se suele tocar aún con relativa facilidad y donde hay una cierta calidez en el tacto humano.

Pero solo basta con levantar la vista del móvil para echar una ojeada alrededor nuestra, sobre todo en las grandes ciudades, para darse cuenta que a pesar (¿o por?) tanta intercomunicación la cercanía entre las personas ha disminuido.

No solo miramos al desconocido con cierto recelo y muchas veces menos aun queremos que estén muy cerca o que nos toquen.

Te invito a una pequeña reflexión:

En las últimas 48 horas ¿a quién has tocado? ¿Quién te ha tocado a ti? De qué naturaleza fue aquel contacto? ¿Breve, tímido, largo, cariñoso, distraído, amistoso, amoroso, sensual, sexual..?

Los que vivimos con pareja y/o niños aún tenemos cierto “cupo” de tacto “asegurado”, pero también somos muchísimas personas que vivimos solas o con una mascota.

Muchas veces nos hemos acostumbrado a soportar unos niveles tan bajos de ternura y caricias que incluso hemos llegado a creer que no nos hace falta, que no lo necesitamos. Puede que incluso lo reafirmamos diciendo que “en mi familia no somos muy de darnos abrazos..”

Dejemos de engañarnos. Nuestra piel tiene hambre de caricias y de contacto. Estamos envueltos en ella, un magnífico órgano sensorial que se nutre de tacto y por ende nos nutrimos nosotros. De manera que vamos a comenzar a proporcionarnos este alimento, es perfectamente legítimo.

 

Una manera muy beneficiosa de recibir este estímulo tan necesario para nosotros es a través del masaje. Uno de los servicios al que solemos hacer caso omiso hasta que tengamos una dolencia aguda que nos obliga a acudir.

¿Por qué no hacemos caso a nuestro cuerpo antes?

Recibir un masaje es una experiencia profunda que va mucho más allá de descontracturar los músculos, aunque desde luego esto también es maravilloso.

A nivel fisiológico, el tacto y por tanto el masaje aumentan los niveles de Oxitocina, la hormona del “Bienestar”, que se produce cuando sentimos amor, bondad, empatía y unión con otro ser.

El masaje no solo aumenta las hormonas del bienestar sino también reduce las hormonas de estrés y fortalece el sistema inmune.

Este efecto podemos conseguir por cierto también mediante el auto-masaje cuando no tenemos la ocasión de recibir un masaje. Si podemos usar aceite caliente con una esencia que nos agrada, mejor que mejor.

No obstante me gustaría insistir en recibir un masaje. Porque es el hecho de recibir.

Para poder recibir de verdad, tenemos que dejar atrás las preocupaciones y abrirnos al otro, confiar en él/ella, bajar la guardia, dejar la mente, entregarnos y estar en el aquí y ahora.

Entonces un “simple masaje” se puede convertir en una auténtica experiencia en la que tocan nuestro ser más profundo que después saldrá rejuvenecido y fortalecido de esta experiencia sanadora.

Si por circunstancias de la vida estamos en una situación en la que no tenemos “acceso” al tacto de calidad y de forma regular, por Amor hacia nosotros mismos vamos a encontrar una forma de incluir el masaje de forma regular en nuestra vida.

Si por economía no puede ser un masaje de cuerpo completo, podemos contratar uno parcial; muy beneficiosos son los masajes de pie, la Reflexología y masajes de cara y cuerpo cabelludo por la gran cantidad de puntos reflejos que contienen estas zonas del cuerpo.

Comienza a invertir en ti, el masaje es una forma muy agradable de re-conectarte contigo mism@ y aumentar tu bienestar en todos los niveles de tu existencia.

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