No exagero cuando digo que llevaba años estancada. No sabía qué quería hacer con mi vida después de una profunda crisis (que ocurrió simultáneamente con la crisis de los mercados financieros).

Solo quería estar en mi cueva, lamer mis heridas y no saber nada del mundo. Aunque seguía haciendo formación, lo hice sin ganas ni entusiasmo.

Durante bastantes años me contenté por tener un empleo estable. Siempre, cuando en momentos de duda consulté alguna amiga los comentarios solían ser los mismos: “Qué suerte tienes de tener un contrato indefinido, con estos horarios, y pagando puntualmente a principios del mes. Si.

Pero… Siempre quedaba un pero en mí. Sabía que tenía que estar agradecida por tener algo que muchas otras personas no tienen.

No obstante, el PERO seguía susurrando. Esta voz la podemos ignorar. Incluso hasta enfermar.

De manera que acepté su presencia, pero durante mucho tiempo no sabía qué forma darle. Solo supe responder a los comentarios de mis amigos: No puedo comparar mi situación con la de otra persona, solo me puedo comparar conmigo misma.

Tienes un coche en el garaje. La llave. Pero no arrancas.

Así pasé años. 7 u 8 para ser preciso.

¿Qué paso?

Desde la retrospectiva, estos estados son necesarios para madurar algún aspecto dentro de nosotros, imprescindible para subir por el siguiente peldaño.

Durante estos largos años, que pueden parecer una travesía por el desierto, tuve muchas dudas sobre mis capacidades etc. De manera que a lo largo de todo este tiempo tuve que trabajarme la auto-estima, y por lo tanto el Amor hacia mí misma, no fustigarme con expectativas y ser benevolente conmigo misma. Y tener mucha paciencia.

Para decirlo de una forma más poética, durante la estación de invierno ha llegado una aparente inacción donde la naturaleza descansa debajo del hielo. Hay que aguardar sabiendo que la primavera llegará.

Aquí entra un elemento importante. La “fe” o confianza profunda en que las cosas se desarrollan según nuestro plan evolutivo individual, a nuestro propio ritmo. Solo que por nuestro campo visual limitado no podemos percibirlo.

Porque si tenemos una inquietud en nuestras vidas, ésta pequeña piedra en el zapato de nuestra zona confort, ella está allí para recordarnos los planes de nuestra Alma, cosas que nos quedan por vivir.

El camino por el desierto por naturaleza suele ser arduo. Muchos terapeutas aconsejan por ejemplo ir apuntando las cosas que nos gusta hacer y así iremos poco a poco descubriendo nuestra vocación.

Yo ni siquiera sabía ya de cosas que me gustaban. Si, había tendencias pero perdí el interés rápidamente y me faltaba por completo el entusiasmo.

Estas también son fases. A mí no me sirvió obligarme con la cabeza hacia alguna técnica de éstas mientras que mi corazón estaba ocupado en sanar otros aspectos como el perdón y ser comprensiva conmigo misma.

De manera que maduramos desde dentro hacia el cambio.

Cuando esta maduración ha llegado a un cierto grado, es como si estuviéramos sintonizando una radio. Comenzamos a emitir una señal clara al Universo y el siguiente peldaño aparece, normalmente en forma de una indicación en dirección a lo que buscamos.

Como dije, yo ni siquiera sabía lo que quería, solo que no quería seguir siendo una existencia no-realizada en un trabajo sin sentido de 8 horas que consumía toda mi energía sin aportarme realmente nada.

Entonces una amiga me recomendó un librito finito. Casi me obligó a aceptarlo y me lo dio con las palabras “puedes dejarlo en la mesa y leerlo a ratos, es una lectura fácil y lo has terminado enseguida.

Lo leí en 3 o 4 noches antes de dormir. Cuando lo terminé estaba incluso más frustrada que antes porque me reflejó claramente lo lejos que estaba de llevar una vida auténticamente satisfactoria. Pero sin duda a otro nivel es muy inspirador y definitivamente me ayudó a eclosionar una fuerza que había dormido durante estos largos años de invierno: El entusiasmo por cambiar mi vida.

Libro recomendado:

John Strelecky Por qué estás aquí?
En inglés The Why are you here Café

Este fino librito escrito en forma de cuento puede leer en pocas horas. No obstante, su contenido para mí fue como un “punto gatillo” que desencadenó volver a plantearme si estoy satisfecha con mi vida y qué puedo hacer para cambiarlo.

Foto Rafa Camacho. Gracias!

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